Pambuches, Arestas II y III. Relato.

La Horcada de Pambuches, una de las muchas que estaba pendiente desde hace tiempo.

No sé porqué pero siempre me han atraído los collados, recuerdo que cuando llegue a Picos una de las primeras actividades que hice fue subir a las Puertas de Moeño, no iba allí para subir ninguna cumbre, simplemente quería subir hasta allí y ver que había al otro lado, ese punto débil que ofrecía la montaña entre la torre de la Celada y la torre de las puertas de Moeño me atraía con locura cada vez que lo miraba desde abajo, quería cruzar esa “puerta”… Hacerlo no me decepcionó, si no más bien que me pareció algo bastante impresionante.

Con la Horcada de Pambuches me pasó un poco igual y desde que la vi el instinto me atrajo hacia aquella brecha en la montaña por la que parecía se podía pasar a la vez que parecía imposible visto desde abajo, pero por unas cosas u otras esta ha tardado más en llegar…

Los últimos días ha estado lloviendo, pero hoy daban bueno, el otro día la comentábamos como posibilidad para hacer en medio día y hoy sobre la marcha hemos decidido tirar para allá, salimos tarde, después de comer, más de las tres y media, la idea es ir hasta la Horcada y después ya veríamos, si nos daba tiempo subir alguna Torre de Arestas sería un sueño, los días son largos…

Empezamos lento, casi una hora después pasamos Pantivalles, la que un día fue nuestra casa, el lugar es insuperable.

Seguimos y pasamos junto a un mágico bosque de hayas, donde encontramos una fuente con pilón de aguas cristalinas, dejamos atrás el bosque y subimos zigzagueando hacia nuestro imponente objetivo, cada vez más cerca, hasta la Horcada desde Posada son unos mil metros de desnivel.

El camino al principio se anda bastante bien pues es el que va hacia la Bermeja y esa zona, pero cuando nos encontramos en la vertical de la horcada lo abandonamos y subimos directos buscando lo más pisado, el terreno se vuelve más pino, nos adentramos en la estrecha Canal que tendrá unos 30 metros de ancho, en algunos puntos más, en otros menos… dejamos a nuestra derecha los contrafuertes rocosos de la torre de Arestas I y a nuestra izquierda la Pica Gobantes.

Cuando más subimos más se complica y más incómodo es de andar, sobre todo cuando toca ir sobre una tierrecilla húmeda que se deshace a cada paso. Llevamos el casco puesto desde antes de entrar a la canal, aunque está tranquilo el día, ya que lo hemos traído y pa que vaya en la mochila…

Al llegar a la parte final vemos dos posibles salidas y dudamos pues ambas parecen pisadas, optamos por la izquierda que es la que se ve desde abajo, tras un par de trepadas donde hay que usar las manos (II o II+ descompuesto) y quedarnos con un par de cantos en la mano, llegamos a la horcada.

Al otro lado es otro mundo, cambia la luz, el clima, el paisaje. Que acierto haber subido y haberlo hecho hoy, me encantan esos días que las nubes juegan…

Unas suben, otras bajan, las cumbres se cubren y se destapan. Sale el sol, y las montañas y nubes bailan, brillan, se forman del aire y desaparecen en el viento.

Los Cabritos, la Robliza, Piedralengua… Peña Santa que se resiste, pero más tarde saldría unos segundos para nuestro deleite y volver a esconderse…

Son las seis así que nos vemos con tiempo y fuerzas para subir alguna cumbre, tras descender un poco hacia el hoyo tras el ahorcado nos dirigimos hacia las Arestas donde unos rebecos huyen, primero nos dirigimos a la tercera torre, la más fácil, mientras, me doy cuenta de cuanto echaba de menos esto, estar aquí, este viento fresco, el sonido de la niebla, esta soledad, esta libertad absoluta donde solo importa el momento que tenemos delante, nosotros y la montaña… llego al collado que separa la torre II y las III, al otro lado hay una niebla insondable que me hace parecer estar frente al mismo abismo, dudo, me impone, pero las ganas pueden más. La cumbre es un regalo. Además de disfrutar a pocos metros de ella del efecto producido por el efecto de brocken y ver nuestra sombra proyectada sobre un arcoíris en la niebla, muy mágico, casi nos creemos ángeles, o dioses.

Tras unas fotos y acostumbrarnos un poco al vacío volvemos más tranquilos por donde hemos subido y a por la segunda Torre, que tiene algunos pasos de II y II+, pero en contacto con la sólida y adherente roca nos vamos relajando y disfrutando del camino a la cumbre, concentrados en el siguiente agarre, el siguiente apoyo para el pie… buenas sensaciones que echaba mucho de menos…

Llegando a la cima me llama la atención que el hito no está donde debiera, sino que yace derribado a unos cuantos metros de la cumbre con todas sus piedras agrupadas evidenciando que era un hito, pero está volcado y tirado en medio de la ladera como si alguien lo hubiera derribado, o como si la montaña se hubiera movido, o como si hubiera caído un rayo y las piedras se hubieran desplazado saltando todas juntas a la vez…

La cumbre es muy bonita, una pequeña explanada de roca en el mismo cielo… además la niebla se despeja unos minutos y nos deja disfrutar con las vistas del valle, el precipicio a nuestro pies es acojonante.

Tras unos minutos ahí quietos la niebla empieza a meterse a saco y bajan las temperaturas, son las ocho y tras una parada para reponer fuerzas junto a la horcada nos vamos y empezamos la bajada, que es bastante más cómoda de lo que esperábamos, surfeando, mientras la niebla se va haciendo más densa y se termina por asentar encima nuestra…

A las diez y pocos minutos cada vez queda menos luz y de repente se encienden las farolas en el valle, como en los pueblecitos de un cuento, un poquito más y estamos en el coche, llenos.

Selva Fernández, Junio de 2020.

El track de la última ascensión. Horcada de Pambuches, Torres Arestas II y III.

Ruta de montaña solitaria y poco pisada, gran parte del tiempo no hay camino evidente, está muy pino y es incómodo de andar. En algunos puntos será necesario usar las manos y encontraremos pasos de II y II+, algunos expuestos y algunos rotos, descompuestos y con mucha piedra suelta. No es rara la caída de…

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